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viernes, 2 de enero de 2009

Cocido en amarillo

Bien, creo que ya sólo nos queda comernos el rosco de Reyes para terminar de aumentar nuestra cintura en estas fiestas, así que por si a alguno/a le apetece ir aligerando su vuelta a su estado "natural" he pensado presentarles hoy una ligera y rica receta, a pesar de que por su nombre pueda pensarse lo contrario.
Sólo necesitaremos un buen caldo del puchero (ver entrada Cocido de calabazas y habichuelas, tanda blanca)o, si nos apetece aligerarlo aún más, preparar un modestito, pero rico, caldo de verduras. Todos sabemos cómo hacer éste. Un puerro, apio, zanahorias, cebollas y una patata, y hasta unas cuantas habichuelas, con un chorrito de aceite de oliva bastará.

Ingredientes:

- 1/2 kilo cortito de garbanzos ya cocidos. Lo más habitual es que lo tengamos cocidos por nosotros mismos (o al menos, debería ser lo más habitual) en la preparación del caldo del puchero, pero si no, podremos apañarnos con los de conserva que ya llegan al mercado blanditos.
- 1 kilito más o menos de patatas
- Caldo (del que sea, verduras o de pollo o cualquier otra carne, pero sin "coloraos", sin chacina)
- un par de ajos
- comino en grano
- perejil
- sal
-azafrán en hebritas
-colorante alimentario (según gustos)

Se supone que tenemos en la olla los garbanzos ya tiernos bien cubiertos de caldo. Los pondremos a calentar y mientras pelaremos y cortaremos las patatas en dados, grandecitos (a ser posible terminar de cortarlos desgajándolos con el tirón del cuchillo).
Cuando empiece a hervir la olla con los garbanzos, añadiremos las patatas y a continuación prepararemos un majado muy sencillo, el siguiente.
Pondremos en el mortero los dos ajos pelados y troceados, la sal y los granos de comino y las hebritas de azafrán, majaremos un poco y a continuación haremos lo mismo con un par de ramitas de perejil. Cuando todo esté bien machacado lo volcaremos en la olla junto con las patatas y los garbanzos, que se supone que ya estarán hirviendo. A contiuación bajaremos el fuego y simplemente esperaremos a que la patata se ponga tierna, unos quince o veinte minutos bastará.

Ya verán, y me dirán, qué exquisito sabor resulta de esta preparación con ingredientes tan livianos . Sí, la patata cocida no engorda, señoras y señores, señoritas y señoritos, sólo nutre nuestro cerebro con la presencia de sus azúcares, ¿sabían que la actividad que más azúcar consume en nuestro organismo es la de "pensar"?...por eso todos debemos procuparnos por estar bien nutridos de azúcares de rápida absorción, si no, corremos el riesgo de terminar hechos unos "cachos de carne bautizá", si es que lo está, claro, si no pues sólo trocitos de carne .
Y de los garbanzos, qué les voy a decir que ya no sepan. Ellos tampoco engordan, no, son las chacinas con las que a veces los acompañamos y su ingesta mezclada con proteínas de dificultosa asimilación (carnes) las que hacen que tengan esa fama. Los garbanzos, como todas las legumbres, aunque cada una con sus propiedades, nos alimentan de todo lo que más necesitamos: fibras, minerales, proteínas de fácil asimilación, etc).
Cierto es que se trata de una preparación rica en nitrògeno que nos hará creer que hemos comido el doble, es decir, de gases, PERO, éste es su truco. Nos engañará, a nuestra sensación de saciedad, y las molestias posteriores que estos producen, mayor siempre en las mujeres que en los varones (no obstante tenemos el abdómen ocupado con más "cosas"), se verán aliviadas con la incorporación del comino en el majado, pues esta especia es especialmente aconsejable para ello, para que los gases no nos molesten tan gravosamente.

Anímense a probarla. Sencilla, rápida, fácil, barata y nutritiva para nuestros cerebros...¿qué más se puede pedir?..ah!, sí, se me olvidaba, adelantaremos algo en la manía por aligerar nuestra talla tras las navideñas fiestas.

Una idea: Si somos muy amantes del pescado, este plato podemos prepararlo con almejas, que resultará exquisto ( y también muy ligero en calorías). La única variación será que el caldo utilizado lo habremos extraído del cocimiento previo de las almejas. De esta forma, cociéndolas, sólo hasta que se abran, previamente, nos aseguraremos de que el caldo incorporado no lleve ningún granito de arena, y al final, cuando las patatas estén tiernas, añadiremos ya los moluscos previamente abiertos.

Para los que les dé lo mismo engordar, pueden acompañarlo después con la pringá en blanco, es decir, con las carnes y el tocino con el que hayamos preparado el caldo si es que hemos elegido esta opción que con sopones de pan, resulta más que gratificante (ver entrada "cocido de calabaza y habichuelas").
A disfrutar, que les gustará.

Este guiso, tan bonito, se la dedico a mi nieta Sofiíta, porque sé que está deseando probarlo, y aún no me he atrevido a preparárselo no vaya a ser que no le guste, que con lo guapísima que es, no quiero que deje de comer.
Un beso, bonita.

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