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jueves, 8 de enero de 2009

Corvina con guisantes

Desagradable sorpresa (no tan sorpresa) me he llevado mientras preparaba esta entrada. Buceando por Google para informarme ( para poder informarlos) algo mejor sobre el pescado en cuestión que hoy nos va a servir de protagonista (nunca me cansaré de agradecer que homenajearan algo tan moderno (tengan en cuenta mi edad) como es este buscador de internet con el Premio Príncipe de Asturias de la comunicación; el servicio que nos hace a todos poniendo la información al alcance de una tecla es más que digno de agradecimiento. Algún día la historia hará justicia a lo que ha supuesto internet en la vida del ser humano)...como decía, buceando por el buscador y, todo hay que decirlo, siguiendo mi instinto, he llegado a la fehaciente prueba de la debacle que la joía perca del Nilo está suponiendo en el hábitat natural del Lago Victoria, o ha supuesto ya.
Aquí les dejo uno de los enlaces encontrados.
Tiene mandanga que mientras nosotros (vulgo "primer" mundo) nos alimentamos con pescados a razonable precio, las personas naturales de allí tengan que hacer cola para recibir alimentos de ayuda internacional. Me entran ganas de decir que no compren más perca del Nilo, por favor!, pero luego se me ocurre otra lectura. Consúmanla, muchísimo, todo lo que puedan, a ver si así logramos agostarla, pobrecito pez, no le deseo mal ni que se extinga, pero sí las empresas pesqueras, de ventas de productos de alimentación y de restauración que hacen su agosto con él, a costa de aquel ecosistema y a costa de engañarnos a nosotros. Consúmamosla hasta que se agote, hasta que no resulte rentable...pero, ahora que lo pienso, si no la consumimos, no se agotará nunca... Debacle cerebral en mí...¿lo comprenden?...esta es la locura a la que nos aboca las intromisiones desinteligentes del ser humano en la naturaleza. Si al menos aquellas personas pudieran consumir sus filetes como nosotros podemos hacerlo...Y así, cien años después, y hasta doscientos, aún estamos viviendo las barbaridades provocadas por el colonialismo, en este caso, inglés...¡y que aún aquéllo no haya sido declarado pr el tribunal de la Haya como delito de lesa humanidad!... Ya, han muerto todos, sí. Sí, señor Garzón, bueno, señoría, lo "comprendo".
Pero el pescadero que nos vende la perca del Nilo como mero, aún no, ni nosotros mismos, al querer comprar un buen pescado a bajo precio. Así que, de la misma forma, somos responsables de todo aquéllo. De todo ESTO.
Al menos díganlo cuando compren, o pesquen, o vendan. Al menos sean conscientes del problema y la locura a la que nos dirige la falta de conciencia de nuestros actos.

¿Para qué? Para que otros, además de usted y yo, puedan vivir mejor y no sólo sobrevivir.

La corvina. A este pez me refiero yo, piquen aquí y aquí.

Ya, no tiene nada que ver con la llamada perca del Nilo, pero llegué instintivamente a ella porque algo me da en la nariz que lo que actualmente se está vendiendo, al menos por aquí por el Sur de España, concretamente en Sevilla, un pescado cortado en trozos grandecitos (de ración o media ración), sin espinas, bajo el nombre de corvina, no es más que la llamada perca del Nilo. Pero no hay forma de que te lo digan. Resulta increíble, no sé si porque no preguntamos claramente o porque algunas personas están medio sordas, tapados sus oídos por el espeso velo del mayor beneficio monetario. ¿Velo?, velo no, muro de acero, velo es una palabra demasiado bonita para endilgársela a semejantes coespecímenes. Ojalá no fuera así, y ojalá (oj-alá, voz árabe que significa Dios lo quiera) ese buen pescado no prodediera de una catástrofe ecosistemática ni de una barbarie humana más, pero me da en la nariz que sí.
Y ojalá su producción en acuicultura, el de la corvina, esté más avanzada de lo que los enlaces que he encontrado demuestran.
Para los que les hacen ascos, aún, al consumo de pescado "cultivado", les pregunto que si se comerían un pan elaborado con harina de trigo silvestre. Ahí les queda, diez mil años, y algunos más, tendrían que retrotraerse en nuestra historia, y a buen segur, que el pan resultante no les satisfaría a sus "exquisitos" y egoístas paladares.
Cuando paseen por nuestro mercados, si se encuentran con nuestra mayestática corvina, un pez de casi dos metros, cómprenla. La nuestra, la del mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Aún llega a nuestros mercados, aún quedan en la mar. No está demás que resulte algo cara, así no la lograremos extinguir.
Pídanle a su pescadero una rodaja por persona, con su espina y su piel toda, no se acostumbren a la consumición del pescado sin espinas ni piel pues en estas partes del animal es donde se encuentran las sustancias que saborizan y mejor alimentan anuestro organismo. La carne en sí, sola, es sólo para deleite de nuestro tacto bucal, tan cómodos nos hemos vueltos, y por cómodos, tontos.
También estamos en la temporada del guisante fesco así que por ello me decido a esta variedad en la preparación de la corvina. Pero sinceramente, y sin negar las excelencias del guisante en fresco, yo ya siempre me inclino por elaborar esta receta con guisantes congelados.
La receta, de tan sencilla, pudiera parecer no apta, pero esto es alo que nos están acostumbrando las exageraciones en la elaboración de alimentos, que no digo yo que no sea un arte como cualquier otro (con lo cual, deduciríamos que estaríamos pasando por una época barroca (barroca y minimalista, todo hay que decirlo) en lo que a la preparación de alimentos se refiere, y con ello, y antes de, a la exaltación del cocinero y su valoración como artista. Algo parecido sucedió en el Renacimiento y posterior Barroco con las "otras" disciplinas artísticas). Lo que sucede s que es difícil ponerle firma a un plato de comida puesto en la mesa, ¿Verdad?. Lo más normal es que despareciera en nuestro estómagos, con lo cual, prueba perdida...Bueno, cierto es que siempre después puede llegar el "restaurador" (de obras de arte, curioso que ambos oficios se nombren bajo el mismo vocablo) , en este caso cirujano con conocimientos más que avanzados, futuros diría, de biología química y molecular que posibilitara la re-estructuración de la firma una vez digerida por nuestro estómagos, y por ende, desestructurada ya.

En fin, la corvina.
¿Saben como yo la conozco?, por el nombre del pez sirena, ¿Y saben por qué?, porque en lo que podríamos llamar su pectoral, y como lógica físiológica al hecho de que ahí parten dos de sus aletas, presenta unas protuberancias que asemejan dos pechos femeninos. Por eso por aquí, lo conocemos con ese nombre. No digan que no es bonito. Hoy estamos comiendo sirenas, eso es, para que no nos tienten con su melodías engañosas, antes nos las zampamos.
Lo dicho, una rodaja bien hermosa de pescado con sus espinas y piel por persona más unos cien gramos de guisantes por cada comensal.

Sofreímos cebolla en aceite de oliva, añadimos los guisantes, pimienta en grano, laurel vino blanco, azafrán en hebra y sal, rehogamos un poco, añadimos agua y si es en olla a presión u olla convencional con 15/30 minutos bastará. Los que se decidan por los frescos tendrán que esperar algo más de tiempo.
Una vez los guisantes tiernos, añadimos las rodajas de corvina previamente saladas con un poquito de la gorda, la sal. Esperaremos unos diez minutos /cuarto de hora (la corvina es "dura", muy consistente) y ya está.
Eso sí, disfrútenla mientras puedan, y no se olviden de dejar alguna para los que vengan detrás.
Y si resulta algo cara, elaboren la receta con cualquier otro pescado, lomos de merluza congelados incluídos, o filetes, lo mismo da. Sana y gustosa es la pillemos por donde la pillemos.
Y ya me disculparán la riada mental de la receta de hoy, pero es que cuando una se solivianta, no hay forma de esconderlo, y mejor decirlo ya que podemos, ¿no creen?...a ver si entre todos, o entre unos cuantos, conseguimos que todos podamos vivir un poco mejor, y no sólo unos pocos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tienes toda la razón...