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martes, 3 de marzo de 2009

Chícharos con almejas

Hoy vamos a cocinar bailando a la par unas sevillanas. ¿No lo han hecho nunca?, pues si resulta así, prueben a hacerlo porque les garantizo que es de lo más distraído y divertido del mundo, amén de los beneficios que conlleva el unir a un trabajo manual, inteligente y creativo como es el arte de cocinar a otro manual, inteligente y creativo como es el arte de bailar sevillanas, sin redundancias ni repeticiones, pero si con concomitancias y hasta connotaciones pues al hecho de que suerteamos nuestra comida, estaremos moviendo (con arte, eso sí) los pies y las piernas, y hasta las caderas si me apuran, con lo cual nuestro corazón trabajará en todos los sentidos y vertientes posibles. Como creo que queda demostrado no hay labor más neta y completamente humana que cocinar bailando unas sevillanas.
Y de camino intentaremos animar el percal porque con la subida que están experimentando el desempleo en, al menos, esta provincia, debe existir bastante pesadumbre en algunos ánimos. Pero debo hacer constar que este ánimo sólo se lo quiero insuflar a aquéllas personas que han sido despedidas por puro abuso del sistema o la patronal, no porque figure en la listas del paro por arte del birlibirloque, es decir, por trapicheos y tropelías que movidos por la actual economía de egoísmo económico permitimos que se hallen presentes sobre todo en , como éstos, tiempos de crisis. Porque, aunque probablemente deba pedir disculpas por mi sinceridad, también siento como un deber explicarme, no es lo mismo estar en el paro sin más ayuda que la consensuada por todos que se extrae del montante de las arcas del estado a las que contribuímos todos cuando estamos afiliados a la seguridad social, que estar en el paro cobrando además del subsidio, el sueldo que un par de días antes se venía cobrando en, exactamente, la misma empresa. Esta práctica, bastante extendida, creo que nunca mejor mencionarla como arte del birlibirloque, pues todos sabemos que "birlar" signfica coloquialmente hablando, "robar". Y eso es lo que hacen los susodichos trabajadores que o desean o consienten ese estado, y los correspondientes empresarios por facilitarlo y hasta proponerlo cuando pueden con el fin de ahorrarse los euros con los que, se les olvida, tal vez su propio padre puede estar cobrando la pensión de jubilación. Una, que aunque no ha experimentado nunca la situación de encontrarse en el paro sí lo ha vivido en otras carnes queridas, y en peores circunstancias que las actuales, pues o era la época de Franco, en la cual no existía el subsidio de desmpleo (¿cómo iba a existir?, si hasta los sindicatos sólo tenían la posibilidad de ser verticales, como los palos de las banderas) o andaba vivo el "decretazo" de pasadas legislaturas, no puede por menos que distinguir, de tal forma que mi intento de animar a los que lo lleven mal en estas cuestiones va sólo dirigido a los que aún teniendo una visión ética de la convivencia entre humanos, les cae la injusticia de tener que luchar por poder sobrevivir más dignamente, y no para aquéllos que, con inconmensurable falta de la misma, sólo aspiran a poseer más que lo que su trabajo y las circunstancias permiten (vaya igual tanto por empresarios, que no suelen quedar en el paro sin casi nada con qué comer, como por esos trabajadores, si es que merecen llamarse así) . De alguna forma todos contribuímos a la pervivencia de un sistema que genera tantas injusticias, pues abstenerse de hablar, es consentir.
Así que, con el permiso de ustedes, y por ello mismo, hablo.
A la vez que bailo, eso sí.

Vayamos ya con los ingredientes de nuestra receta, y de camino les explico por qué vamos a bailar sevillanas a la vez que las guisamos, a nuestras judías (blancas), vulgo alubias, es decir, las semillitas que se encuentran en las vainas verdes de aquellas verduras, legumbres, que conocemos como habichuelas o judías verdes, que todo hay que explicarlo, la verdad, no porque ustedes me lo exijan, antes me crucificaría que señalar algo así, sino porque una se pone en la piel de cuántos nombran y nombramos de forma tan distinta al mismo alimento, que sí, porta consigo su nombre mil variedades dependiendo de su tamaño, forma, y hasta teniendo en cuenta el modo en que vaya a ser consumida (con la vaina verde, semillla muy tierna aún y casi imperceptible, o en grano, semilla ya hecha y, por lo tanto, vaina inservible al menos para nosotros los humanos) pero que en resumidas cuentas no es más que la semilla, o sea, futuro de planta nueva, de vida nueva, de una verdura comestible.
Pues bien, la explicación no es más que la letra de una sevillana muy antigua que termina diciendo ...[...]" ole con ole (sin acento, muy importante para el ritmo su ausencia en esta ocasión), chícharos con almejas, y arroz con coles"
Así que sólo por ello a la vez que cocinamos, llevaremos el ritmo de las sevillanas dentro, muy dentro, hasta que nos salga por los pies en forma de suspiro asolapado.

La primera:

- 1/2 kilo de judías blancas, alubias o chícharos. La variedad elegida será decisión de cada uno. Recomiendo que sean de temporada, claro está, porque sino costará bastante enternecerlas.
Cogeremos nuestros chícharos y los echaremos en remojo en un cuenco grande durante unas 12 horas.

La segunda:

-1/2 kilo de almejas.

Sobre su variedad digo lo mismo de antes. Según bolsillo o gusto. Pero por sugerirles que no quede. Nos podemos apañar con unas bonitas chirlas que hoy por hoy aparecen con un muy buen tamaño en los mercados, y que por gustosas son más adecuadas que unas de 60 euros el kilo, mejor dicho, las 12 de ración que pueden servirnos en un casi cualquier restaurante que se precie (de precios, así es)
Las pondremos a cocer con poco de agua minutos previos a disponernos a cocinar las judías. Con aproximadamente tres cuartos de litro bastará y tan sólo para que se les rompan las aberturas de las valvas. Sólo pretendemos que se entreabran y el agua coja el gusto de las almejas pues ésta la usaremos, añadida, para cocer las judías. De paso comprobaremos si sueltan alguna arena, y si fuera así, estaríamos evitando que se nos arruine el guiso completo caso de echarlas directamente al final del mismo.

La tercera:

Una vez nuestras judías remojadas las dispondremos con agua nueva más el caldito de las almejas que previamente habremos colado en nuestra olla rápida o a presión (sé que los expertos son muy delicados con la cocción de la legumbre, pero sinceramente, a mí nunca se me destrozan usando ollas que aceleran los procesos. Debe ser cuestión de tacto, digo yo).
A continuación y sobre el fuego vivo dispuesta nuestra olla esperaremos unos minutitos a que comience a hervir para poder apartar la espuma que toda legumbre que se precie debe soltar. Con este acto aliviaremos el guiso de flatulencias excesivas o innecesarias. Mejor dicho, al guiso no, si no a los posteriores comensales.
Una vez bien espumadas les añadiremos una cebolla cortadita, unos cuantos ajos rajados, una hojita de laurel, varias hebritas de azafrán, pimienta en grano y un buen chorrito de aceite de oliva. Sin sal aún, pues es la presencia de ésta la que conlleva que algunas legumbres se nos destrocen durante su cocimiento. Es cuestión vital dejar su añadido para el final.

Una vez todo añadido taparemos con válvula. Si olla rápida, quince minutos bastarán ( y hasta doce si la variedad de judías es especialmente fina). Entonces deben aparecer tiernas y en su punto de cochura. A continuación añadiremos la sal y las dejaremos a fuego muy bajito unos minutos para que la tomen, ayudándolas con ligeros movimientos circulares (meneítos) cogiendo con nuestras manos la olla en cuestión por las dos asas.
Si hemos usado la olla a presión tradicional deberemos probarlas, comprobar en qué grado de cocción se hallan, soplarles ligeramente para ver si se les levanta la piel, morderlas y todo aquello que se nos ocurra. Según mis cálculos deben quedarles unos veinte minutos más. Entonces ya sí añadiremos la sal, corrigiendo a la vez de caldo si vemos que les pueda faltar sumándole un poco de más agua. Cerraremos y destaparemos a los 20 minutos aproximadamente teniendo ya la precaución de nunca poner el fuego alto.

La cuarta:

Ya tenemos nuestras judías tiernas cocinadas con los ingredientes que hemos querido más el caldito de cocción de las almejas. Ahora llega lo más bonito, aunque impensable sin los pasos previos. Añadiremos nuestras chirlas, o cualquier otra variedad de almejas, que sean cuales sean sólo deben estar ligeramente entreabiertas. Terminarán su proceso acompañando al completo guiso de judías que ya hemos preparado, tomarán su sal, su sabor y éstas quedarán adornadas con unas cuantas conchas marinas que alegrarán nuestra vista, y también nos entretendrán a la hora de comer.
Resulta muy bonito cocinar combinando productos de la tierra y el mar, ¿no creen ustedes?. Podemos hacernos la idea que estamos construyendo un mar entre tierras, no una isla en el mar, que es distinto, pues el mar entre tierras sirve para unir y aliviar las sequedades terrestres, mientras que la isla en el mar es, como su propio nombre indica, algo aislado, y no somos los humanos islas en el mar, ¿verdad que no?. Báilense estas cuatro sevillanas, y ya verán como comprueban que la concha en las que algunos se encierran queda abierta nada más percibir el son de tan singular compás.
( Y habremos ejercitado el músculo del corazón a la vez, así es. Ccompruebo yo que ya saben más de mis intenciones que yo misma).
Que les guste. Es lo que deseo desde el mismo mío que va aquí.

1 comentario:

Carlos Serra dijo...

Muchas gracias por el dato de la sal , que se añade casi al final del guiso para no machacar las judías. Ya decía yo que salín tiernas las jodías, digo, las judías, ya...