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viernes, 6 de marzo de 2009

Potaje de garbanzos auténtico (o precioso)






Amigos, no hay Cuaresma que se precie sin un buen potaje de garbanzos... ni primavera, ni Feria, ni Otoño. En fin, el potaje de garbanzos lo podemos hacer cuando nos apetezca, pero su momento por excelencia es éste, la pre semana- santa.
No, no vayan a pensar que soy ultracatólica, practicante o como quieran llamarlo por haber citado al periodo de Cuaresma. Soy... pues normal, creo yo. Creo en lo que creo, en las cosas buenas y bonitas, pero sobre todo en la fuerza que tenemos dentro, o al menos en la que tengo yo. En dios imagino que porque me lo enseñaron mis monjas. Miren, ahí se las muestro, a tres de ellas, el día que me casé, por supuesto en a Iglesia de mi antiguo colegio.

Comprendo que actualmente esas tocas con las que cubrían sus cabezas pueden resultar exageradas, pero yo debo confesarles que mí me encantaban. Se me asemejaban con ellas a ángeles con sus alas desplegadas mis monjitas. Imagino que algo parecido fueron para mí. Nunca he renegado u ocultado mi condición de niña interna en hospicio, como todos saben ya, pero les hago el inciso ahora para contarles que a lo largo de la vida he tenido la oportunidad de encontrarme con antiguas compañeras que me decían por lo bajito, "No se te vaya a ocurrir comentar que estuve interna con las monjas", como avergonzándose de ello, y a mí, sinceramente, lo que me avergonzaba eran sus actitudes, tan poco agradecidas, tan miserables, tan deshonestas consigo mismas y con los demás. Pero nunca me he quedado callada, ¿eh?. Lo normal que les he respondido ha sido "¿cómo puedes ser tan desagradecida, si todo lo que eres se lo debes a ellas? Se ponían coloradas y hacían mutis por el foro.
Como decía el torero Pedro Guerra "El Guerrita", es que hay gente pa'tó.

Sigamos con nuestro potaje... mejor, pensándolo mucho mejor, voy aprovechar para comentarles una anécdota sobre la fotografía que les acabo de enseñar, porque aunque a mi hija le agradezco que me la haya enviado, me da cierto coraje que no se aprecie lo más llamativo de mi boda, esto es, que el vestido que llevaba (bonito, ¿verdad?, de tejido de organdí bordado) era corto, por debajo de las rodillas más o menos, y eso sí que era algo poco visto en la época.
Bien, aquí se lo muestro, mi hija ha tenido el detalle de pasarme una en que se aprecia lo que les he comentado.


Curioso, ¿verdad?, casi criada del todo en un colegio de monjas y con la falda corta para casarme. En honor a la verdad debo decirles que fue más idea de mi marido que mía, pero yo la acepté gustosa, porque me encantaba lucir mis altos tacones con las piernas tan bonitas que tenía. Es que él, para la época era más que moderno, ultramoderno. Por él, nos hubiéramos casado en vaqueros y camisa de flores él (era muy moderno pero a la última, ¿eh?). En resumidas cuentas, que todos esos remilgos de las ceremonias de boda y demás rituales no iban con él, corbatas, trajes etc, y así continuó toda su vida. Un poco contestatario, creo yo, para aquellos años. Con decirles que pasado el tiempo un cura se negó a bautizarnos a nuestro último hijo, el varón, porque conociéndolo del barrio, decía que no podía bautizar al hijo de un ateo, ya que mi marido se proclamaba así por donde quiera que fuese (nos fuimos con el niño en brazos y los padrinos a una parroquia cercana y allí el párroco se llevó la manos a la cabeza por la respuesta del anterior, que "menuda forma de hacer fieles", nos decía, y nos lo bautizó en el mismo momento, sin tonterías). Pienso que más que ateo, a mi marido, no el segundo sacerdote, lo que le pasaba es que no podía ver a nada que tuviera que ver con la Iglesia, y esto a su vez porque fue la abanderada espiritual del régimen franquista, y eso sí, mi marido era antifranquista hasta la médula. Como se podía en aquel tiempo si no habías sido formado en universidades o no tenías familia más o menos cercana a la política. Lástima que no pudiera seguir estudiando (su padre se quedó en el paro cuando él tenía quince años, como su hermano mayor iba para marino, no lo quitaron de estudiar, así que le tocó a él ponerse a trabajar desde tan joven. Después mi cuñado (q.e.p.d) ni terminó la carrera ni nada, pero en fin, esa es otra historia) porque tenía cerebro para diez cabezas, vaya. Recuerdo cuando ya de casados y con las tres hijas casi criaditas, daba clases particulares a estudiantes de bachillerato, por abundar en la economía doméstica aparte de con su sueldo. De matemáticas, de física, química o lo que fuese, menos de latín, eso sí, y todo ello sin haber podido llegar a acabar el suyo. Y también recuerdo cuando el golpe del 23 F en España, ya en democracia. Se había afiliado al sindicato CCOO , con el susto que nos entró en el cuerpo una de mis hijas le dijo, "Quémalo, papá, el carnet", y cómo él se negó en redondo. Menos mal que luego les salió mal a los golpistas, ¿no creen?.
Total, que más o menos creo que así pueden explicarse que yo me casara de corto.
Era tan suyo, mi marido, que viendo a la salida de la Iglesia que no aparecía el coche que alguien había encargado adornado con las flores (se retrasaría cinco o diez minutos, pero odiaba la impuntualidad), cogió y nos montó en un taxi, y así nos fuimos de allí. Y por supuesto, sin convite. No por tacañería, no, sino por todo lo contrario, o mejor dicho, por llevar la contraria, a las modas o rituales más o menos hipócritas establecidos. Así era él.
Yo, ya lo saben, mucho más conformista y acoplable, pero bueno, con nuestro altibajos como toda pareja que se precie, nos llevamos bien. Yo creo que porque estábamos enamorados, porque carácter teníamos los dos para diez. Todo hay que decirlo, si ustedes me lo permiten.
Ahora ya, podemos ir con nuestro potaje, que no se me había olvidado. Lo que sucede es que había previsto que la redacción de su preparación va ser muy cortita, porque de sencilla, imposible más, pero tiene tal msiterio, resulta tan mágico que con los poquitos ingredientes que lleva unos simples garbanzos se conviertan en una exquisitez culinaria, que vamos, digo yo, esto sí que es milagro de Domingo de Resurrección. Ya lo comprobarán caso de que no me crean, que pienso yo que sí, porque ya confían en mi persona.

Vayamos con los ingredientes:

-1/2 kilo de garbanzos de buena calidad, a ser posible los de tipo lechoso, andaluz.
- 1 buena cebolla entera
- una ramita de perjil
y
...El majadito sevillano que ya les indiqué en una entrada aparte titulada así, majado sevillano.
¿Comprueban cómo no les mentía cuando les comenté iba a resultar muy breve la redacción de esta receta? Porque claro está, yo confío en su interés y sé que se irán corriendo a picar en la entrada "Majado sevillano", y de esa forma yo me ahorro tener que desarrollarla aquí, que bien larguita me salió, ¿verdad?. Mírenla, ya verán qué delicia de guiso calentito y más que apetecible les sale.

Pongan, como siempre que se trata de este tipo de legumbres, los garbanzos a remojar unas doce horas antes del guiso. Si hace mucho frío o a sus grifos llega un agua muy dura, denles unas horitas más.
Una vez remojados, los escurrimos y enjuagamos y depositamos en la olla rápida (o en la de a presión. Ya saben, más tiempo). Cúbranlos de agua, tibia, lleven a ebullición sin tapar, espumen los garbanzos y entonces añadan la cebolla entera y la rama de perejil. Tapen y, si usan olla rápida, con veinte minutos cortos bastará. Si utilizan la de presión les daremos tres cuartos de hora al menos a nuestro garbanzos.
Una vez que los hayamos destapado y comprobado que ya están tiernos nos dispondremos a realizar el majadito sevillano que les comenté (lean aquí, denme unos minutos para poder poner el enlace).
Cuando ya lo tengamos todo sobre los garbanzos, pondremos de nuevo la olla en el fuego, ya sin cerrar con válvula. A fuego lento y con el compás de unos cuantos meneítos (ver entrada anterior a ésta) más cuidado y cariño, y comprobarán cómo se van mezclando el exquisito sabor y olor del majado con los garbanzos.
Además, resulta una buena forma de comer legumbres sin acompañarla de chacinas, con lo cual, estaremos ayudando a nuestro organismo a mantenerse bien alimentado y en forma.

Se sorprenderán. Sé que siempre o casi siempre les transmito lo mismo, pero es que creo que les resultará así. Una grata y agradable sorpresa, el hecho de que con tan pocos ingredientes obtengamos una preparación culinaria tan exquisita, por auténtica, nada hipócrita, pero eso sí, como con amor la hemos realizado, pudiendo darnos lo mejor de sí misma, que es lo mismo que decir que da lo mejor del cocinero o la cocinera.

Una idea:
Pueden mezclarlo con bacalao ya desalado y desmigado. Sólo tendrán que tener en cuenta la cantidad de sal en el majado sevillano para que no resulte demasiado sabroso. A mi marido le encantaba así. Como igual le encantaba la música clásica, del que era un verdadero enamorado, sobre todo si incluía instrumentos como el violonchelo y la guitarra. Por esta razón les he incluido al comienzo de esta entrada esa bonita pieza, y porque además me recuerda al compás de una sevillana... no obstante, nos fuimos de viaje de bodas a Madrid. En avión, claro está. El taxi lo dejamos aparcado aquí.
Que la disfruten.



1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.