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martes, 10 de febrero de 2009

Sanjacobitos

Hoy vamos a hacer un regalito a los más pequeños de la casa con nuestra preparación (o jóvenes, los bebés no pueden degustarla, claro está). A los niños, es algo que siempre me ha oído cualquiera decir, hay que echarles cuenta siempre, prestarles atención, no hacer oídos sordos por muy tonto que nos parezca lo que están haciendo o diciendo, pues esta herramienta, la atención a su expresión, es el único vehículo que tenemos para poder estar algo más seguros de acertar en la solución a sus necesidades. No se puede, ni se debe nunca, mirar para otro lado. Obvio resulta decir que esta actitud no debemos tenerla sólo con los más pequeños, sino con todo el mundo que nos importe, por supuesto. Cuando alguien habla, o grita, o llora, o ríe, o canta, o simplemente calla más de la cuenta, "sólo" se está expresando, porque tiene algo que decir, resulte importante o no para nosotros, la cuestión es que para él sí lo será. Por algo no aparecemos como entes exentos flotando en el vacío interestelar. Nos juntamos, de muchas formas; la mayoría de las veces es el cariño el que nos sirve de catalizador para distinguir quién nos importa o quién no, pero también pueden existir otros compromisos vía ética de las cosas.
En el cuidado de nuestro más pequeños o jóvenes pienso yo que se reúnen ambas vertientes, pues el hecho de tener más años vividos que ellos sólo nos otorga el privilegio de un deber, no el ensimismado juicio de la presunción de más listeza por nuestra parte, pues, como también siempre digo, los niños son sólo eso, niños, personas jóvenes, pero no lerdos, tontos ni necios.
Hoy les vamos a preparar una comida que celebrarán, pero a la que, estoy segura, se apuntará cualquiera de otra edad, pues este tipo de preparaciones suele prosperar con mucho éxito.
Por cierto, ya que hablaba de cantar, les dejo esta fotografía, ahí me ven, expresándome, o sea, cantando en este caso, zarzuela para mejor informarles. Ya les comenté que era muchacha con especiales dotes artísticas, en este caso luciéndolas en el escenario del teatro del colegio-hospicio donde me eduqué, año 1956, es decir andaba por la bonita edad de los 20 años. Ya había salido del colegio, pero me seguían llamando mis monjas para todas las funciones que se organizaban.


(También canté unos añitos después en la radio, en un programa que se llamaba "Conozca usted a sus vecinos", en la SER, allí conocí al cantante Raphael, estaba empezando por aquel entonces, algo más joven que yo, pero claro está, él no se acuerda de mí. Todo esto se lo cuento a ustedes en voz bajita, al oído, pues desanduve todos esos pasos en mi "carrera artística" cuando un locutor, no digo el nombre, me hizo ciertas proposiciones que yo no interpreté como muy honestas, teniendo en cuenta los años en que vivíamos, claro está, y supongo que porque se me impondría mi forma de entender las cosas por delante de mis "sentimientos artísticos", todo hay que decirlo. Shshshs, que no se entere nadie ¿eh?).

Sí, sí, me echaron cuenta en esa actuación en el colegio, claro está, después se lo demostraré.

Pero ya está bien de presentaciones, vayamos con nuestra receta de hoy.

No sé de donde les llega el título a nuestra preparación de hoy, pero sí sé que comencé a oir su nombre (sin el diminutivo) en Sevilla hace ya más de treinta y tantos años, cuando empezaron a servirlos como tapas en muchos bares de la ciudad. También recuerdo que por aquel entonces no existían ya preparados listos para sólo su posterior fritura, así que se me viene, que como tantas otras veces, una invención de receta, normalmente tapa, sevillana, pasa después a mercados nacionales y "allá" se adueñan tanto de la forma de su preparación como de su nomenclatura, sin hacer caso al verdadero autor de la misma, ni en concreto, por supuesto, porque pasa desapercibido, ni siquiera en general (tapas de Sevilla). Así somos los sevillanos y andaluces en general, generosos, tanto que hasta nos descuidamos, porque confiamos en "el otro", claro, que se supone (porque somos humanos, claro está) es el que, vía ética de las cosas, cuidará del otro además de por sí mismo...pero no, no suele suceder así.

Son multitud y muy diversas las exquisiteces gastronómicas que han salido de los fogones de nuestras tabernas, donde lo habitual, hoy en día y desde hace muchas décadas, es comer a base de tapas. Por cierto, ¿conocen la leyenda de cómo se inventó la tapa?, yo se la cuento, la leí en una ocasión en algún periódico:
Imagino que sobre las primeras décadas del Siglo XX, cuando existían las tabernas, y a arte, los llamados casinos o círculos de reunión que por aquel entonces no contaban con ambigú, por lo que la copa de manzanilla o vino del mediodía había que pedirla al bar de enfrente o de la esquina. Entonces el camarero de la susodicha se la traía al cliente en cuestión, y a alguno, camarero, se le ocurrió para que no cayera nada en el líquido, tapar la abertura de la copa con una loncha de jamón. Así se aseguraba de que el cliente recibía el vino en perfectas condiciones (el borde del recipiente que contenía el vino no sabemos cómo estaría, pero el vino, sin mota de polvo, eso sí). O sea, la loncha de jamón servía para tapar la copa. De ahí la palabra tapa.
Nos critican, a los sevillanos, por algunos lugares, porque en esta ciudad, y provincia, se cobra dinero por la tapa (como para no cobrar, digo yo, si ya hasta han inventado los cocineros de moda un nombre para lo que siempre se ha conocido como tapa. No recuerdo si en francés o en inglés, pero lo vi el otro día en la televisión. La traducción es "pequeño plato" (con el que intitulaban la especie de "congreso" además), y comentaron que lo han inventado por esto de la crisis (para no tener que cobrar tantísimo por sus prepraciones, imagina una, sirven menos cantidad). Yo no digo que esté de más este tipo de soluciones, todos tenemos que arrimar el hombro, pero al menos que reconozcan que esta forma de comer en un bar, se inventó hace mucho tiempo en Sevilla, y que esa particular presentación y acompañamiento, poquita comida en un platito pequeño, se llama y se ha llamado toda la vida de dios tapa...claro, como a ninguno de los sevillanos nos ha dado por registrar en la sociedad de autores, vulgo la tan archiconocida SGAE, la invención...). Argumentan los que critican la sana costumbre de cobrar por la tapa que en esos otros lugares las sirven gratis, conociéndolas bajo el apelativo de "pincho". Pero aquí debo decir que de gratis, nada, porque la cerveza, el refresco o la copa que nos tomemos incluye una subida de al menos un euro o euro y medio en su precio, y hasta dos, (siempre remitiéndonos a precios y establecimientos más comunes) con lo cual, no te regalan nada, sino que encima te obligan a comer, aunque sea con los ojos, el pincho en cuestión, y sobre todo, a pagarlo. A lo mejor le apetece a uno tomarse una tónica sin comer nada, ¿verdad?. Es lo que yo digo, al menos en Sevilla hay libertad de elección, comida sí, comida no.

En fin, podemos ir a nuestro san jacobitos ya. Los llamo en diminutivo porque son así, pequeñitos, tan bonitos de presentar como ideales de comer.

No voy a hacer lista de ingredientes porque creo que no es necesario y además porque así puedo ir especificando mejor cada uno de ellos. Estos los realizaremos con jamón tipo York o fiambre de magro de cerdo, del que ya nos venden hecho, (¿ven?, aprovechamos las mejoras del progreso) y con queso. Adquiriremos en el establecimiento ese fiambre cuya rodajita sale cortada en forma cuadrada, no cito la marca del que uso porque no la recuerdo en este momento, si no, no tendría inconveniente, pero yo creo que con esos datos todos podemos saber a qué tipo de fiambre me refiero. A la vez compraremos queso en láminas, si preferimos del que viene especial para fundir o de un queso algo mejor, ya es decisión nuestra. Hoy en día es fácil encontrar mejores quesos en formato cuadrado que el que viene típicamente en lonchas
Insisto mucho en ello, en lo del formato cuadrado, pero es que así nos resultará más fácil su preparación (las lonchas del fiambre que les he señalado y las de queso tienen aproximadamente el mismo tamaño, y por supuesto, formato).
Así que con estos dos ingredientes ya comprados nos dispondremos a ir preparando los sanjacobitos (la verdad, no sé si escribirlos junto o separado, como van en diminutivo, forman una especie de nombre aparte). Como todo el mundo sabe, los haremos combinando dos lonchas del fiambre con una de queso, que pondremos entre las dos, y si queremos en ese momento, con un cuhilllo bien afilado iremos cortando cada cuadrado en cuatro celdillas, rajita de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda, y donde había un san jacobo, aparecen ahora cuatro sanjacobitos.
Es decir, para no liarnos, compren siempre el doble de lonchas de jamón que de queso, y para calcular cuantos saldrán, multipliquen el número de lonchas de queso usadas por cuatro. Normalmente yo suelo hacer treinta y dos, no sé bien por qué.

Los iremos disponiendo en una fuente para tenerlos todos a mano a la hora de empanarlos, que es el siguiente proceso. Como ya expliqué cómo empanar en la entrada titulada "Masa de croquetas", no lo especifico ahota, pero sí que en esta ocasión nos viene como anillo al dedo nuestra especial forma de empanar (pan, huevo y pan, recuerden), pues así conseguiremos realizar un cubriente mucho más seguro, con lo cual evitaremos que el queso, una vez que comience a fundirse por la acción del calor a la hora de freir nuestros san jacobitos, se salga, arruinándonos con ello además del sanjacobito en cuestión, gran parte del aceite.
Una vez los tengamos todos empanados, para lo cual habremos tenido especial cuidado en unir bien los bordes de los cuadrados dándole forma al empanado con nuestros propios dedos, los guardaremos en el frigorífico , para que así , mediante el frío, el huevo cuaje un poco y nuestra prepración quede perfectamente sellada nos dispondremos a freirlos. Abundante aceite (recomiendo de girasol) y bien caliente, aunque siempre sin humear. Iremos echándolos de cuatro en cuatro dándoles una vueltecita. En apenas un minuto largo estarán, bastará con el empanado adquiera el color que nos guste, pues como todos sabemos, los ingredientes que recubre no son alimentos crudos, así que sólo necesitan un breve paseo por el calor.
Si a alguno se le escapa el queso antes de tiempo, no se preocupen, extráiganlo del aceite deprisa y cómanselo ustedes de TAPITA medio hecha mientras van terminando de freir los demás.

Y no más. Les recomiendo los preparen para sus niños, porque no siempre los vamos a estar obligando a comer lo que no les gusta, ¿no?, y si les quieren echar salsa ketchup que lo hagan, que es muy buena para ellos. Y por otro lado, aunque ciertamente son un poco entrenidos de realizar, esto es sólo por el paso de prepararlos para empanar, y, sinceramente, no más de media hora se tarda en todo. Eso sí, siempre en todo empanado, preparénlos con unas horas de antelación a su fritura.

(Ya en otra ocasión les hablaré de quién, cómo y cuándo inventó el "archidemoda" tinto de verano y cómo se hace en realidad, ;)

Y como me han prestado atención, para agradecérsela, aquí les dejo mi saludo, que de bien nacida es ser agradecida.


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