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lunes, 4 de marzo de 2013

El valor de un yerno (torrijas de vino y miel)

Me dice, le dice a mi hija que estoy estupendamente de la fibrosis, que lo que tengo es una depresión como un camión. Y yo le doy la razón como a un santo, aunque no se lo diga, que es un santo. No por nada, sino porque tampoco él me dice palabra alguna. Él y yo nos entendemos sin palabras. Pero díganme si no cómo debo de tildar a un hombre que después de una larga jornada de trabajo, va a visitar a su suegra para llevarle ensalada de bacalao con naranjas, la observa con ojos de psicólogo, que para eso estudió, concluye diagnóstico, y encima, tras cenar de vuelta a su casa, se pone el delantal y elabora las primeras torrijas de la temporada... Lo dicho, el valor de un yerno. Menos mal que anda en "sus carnes", amigos, porque como ya concluirán, para calcular su valor en oro debería pesar toneladas. Y no, pobre de la escuchumizá de mi hija, aún quiero velar por ella. Y por todos los otros. Con depresión y todo.

Disfruten de  estas torrijas, doradas, de oro de carne.
AQUÍ la receta.
Ahí la foto, de hace apenas un par de horas.
Ya queda poco para la primavera.